Columna de Abdullah Öcalan en Gara y il manifesto


La revolución es femenina

Abdullah Öcalan (*)

Reflexionar sobre la cuestión de los derechos de la mujer y escribir al respecto significa poner en tela de juicio toda la historia y la sociedad entera. Porque la explotación sistemática de la mujer ha alcanzado dimensiones inigualables.

Observada desde esta perspectiva, la historia de la civilización puede ser definida como una historia de pérdidas para la mujer. En el curso de esta historia se ha impuesto la personalidad patriarcal del hombre. Con grandes pérdidas para toda la sociedad; el resultado fue la sociedad sexista.

El sexismo es un instrumento de poder y un arma al mismo tiempo, utilizada en el curso de la historia de manera permanente en todos los sistemas de la civilización. De hecho, ningún otro grupo social ha sido nunca explotado físicamente y sicológicamente como la mujer. La variedad de la explotación de la mujer es evidente. La mujer genera descendencia. Sirve como fuerza de trabajo gratuita. Le tocan aquellos trabajos que nadie quiere hacer. Es una esclava obediente. Es objeto permanente de avidez sexual. Es utilizada para fines publicitarios. Es la reina de todas las mercancías. Construye la base sobre la cual el hombre produce y reproduce su poder como instrumento de violencia continua. Es por eso que los cinco mil años de historia de la civilización se pueden describir también como «cultura de la violación».

En la época del capitalismo, el sexismo fue utilizado como instrumento ideológico de manera particularmente pérfida. El capitalismo, que ha heredado la sociedad sexista, no se conforma con utilizar a la mujer como fuerza de trabajo gratuita en el hogar. La transforma en objeto sexual, la reduce a mercancía para ponerla a la venta en el mercado. Mientras el hombre vende sólo su fuerza de trabajo, la mujer es reducida completamente a mercancía, sea en el plano físico o en el sicológico. El sistema confiere un papel estratégico al dominio sobre la mujer en relación con la ampliación de la explotación y el poder. Expandiendo ulteriormente la tradicional represión de la mujer, cada hombre se transforma en un socio del poder. La sociedad es por lo tanto golpeada por el síndrome de la total expansión del poder. La condición de la mujer confiere a la sociedad patriarcal un sentido del concepto de poder sin límites. Considerar a la mujer el sexo biológicamente imperfecto es pura ideología y una herencia de la mentalidad patriarcal. Esta doctrina es parte esencial de todas las tentativas científicas, éticas y políticas de presentar su condición como natural. Lo triste es que también la mujer misma está acostumbrada a aceptar este paradigma como verdad. La naturaleza y la sacralidad de esta condición de supuesta inferioridad condiciona su pensamiento y comportamiento. Así, debemos tener siempre presente el hecho de que ningún pueblo, ninguna clase y ninguna nación han sido sistemáticamente esclavizadas como la mujer. Acostumbrando a la mujer a la esclavitud se han establecido jerarquías y se ha abierto el camino a la esclavización de otras partes de la sociedad. La esclavitud del hombre ha llegado sólo después de la esclavitud de la mujer. La diferencia de la esclavitud fundada en el sexo con respecto a la esclavitud de una clase y de una nación está en el hecho de que es garantizada, ademas de por una represión masiva y sutil, también por falsedades con una fuerte carga emotiva. Originariamente, la difusión de la esclavitud de la mujer a toda la sociedad preparó el camino para todos los otros tipos de jerarquías y estructuras estatales. Eso fue devastador no sólo para la mujer, sino también para la sociedad entera, excepción hecha de un pequeño grupo de fuerzas jerárquicas y estatalistas.

Por ese motivo, ningún camino lleva a una crítica profunda de la ideología patriarcal y de las instituciones que están fundadas sobre ella. Uno de los pilares más importantes de este sistema es la institución de la familia. Familia concebida como un pequeño estado del hombre. La importancia de la familia en el curso de la historia de la civilización está en la fuerza que confiere a los dominadores y al estamento estatal. Una familia orientada hacia el dominio masculino, y desde aquí su función de núcleo de la sociedad estatalista, garantiza que la mujer cumpla sin limitación un trabajo no retribuido. Al mismo tiempo cría los hijos, satisface las necesidades estatales de una población suficiente y es puesta como modelo para la difusión de la esclavitud en toda la sociedad.

Si no se comprende la familia como micro-modelo de estado, no es posible analizar correctamente la civilización medioriental. El hombre de Oriente Medio que ha padecido pérdidas en todos los frentes, se rebela contra la mujer. Cuanto más se lo humilla en público, más descarga sus impulsos agresivos que derivan contra la mujer. El hombre que en la esfera social permite que se pisoteen todos sus valores, con los denominados «asesinatos de honor» busca de apaciguar su ira descargándola sobre la mujer. Con respecto a las sociedades de Oriente Medio debo añadir que las influencias tradicionales de la sociedad patriarcal y estatalista no han encontrado una síntesis con las influencias de las formas modernas de la civilización occidental, sino que más bien conforman un conjunto comparable a un nudo gordiano.

Analizar los conceptos de poder y dominio haciendo referencia al hombre es muy difícil. No es tanto la mujer quien rechaza el cambio, sino más bien el hombre. Abandonar el papel de macho dominante hace sentir al hombre como a un soberano que ha perdido su estado. Debemos, pues, enseñarle que es esa misma forma vacía de dominio la que le quita la libertad y lo hace ser un reaccionario. Análisis de este tipo son mucho más que simples observaciones teóricas, ya que son de importancia vital para la lucha de liberación kurda. Consideramos la libertad del pueblo kurdo inseparable de la liberación de la mujer, por eso nos hemos organizado en consecuencia. Si hoy nuestra aspiración a la libertad no está destruida, a pesar de los ataques por parte de las potencias imperialistas y de las fuerzas reaccionarias locales, se lo debemos de manera inestimable al Movimiento de Liberación de la Mujer y a la conciencia que se ha creado a partir de éste. Para nosotros, sin la mujer libre no puede haber un Kurdistán libre.

Esta visión filosófica y social no es en absoluto una maniobra táctica, política para mantener la mujer ligada a la lucha. Nuestro objetivo es la construcción de una sociedad democrática, que ocurra a través de un cambio del hombre. Pienso que, analizando la praxis de la lucha desarrollada hasta ahora por nosotros, hemos llegado a comprender al hombre viciado, despótico, opresor y explotador de la sociedad patriarcal. Ésta era la respuesta más adecuada en la búsqueda de la libertad de la mujer que he logrado encontrar: comprender al hombre patriarcal, analizarlo y «matarlo». Querría dar un nuevo paso adelante. Intentaré delinear la personalidad de un hombre nuevo, amante de la paz. Analizar y «matar» al hombre clásico para allanar el camino hacia el amor y la paz. En este sentido, me considero un trabajador en la lucha de liberación de la mujer.

La contraposición entre los sexos representa la contraposición más importante del siglo XXI. Sin la lucha contra la ideología y la moral patriarcal, contra su influencia en la sociedad y contra los individuos patriarcales, no podemos alcanzar una vida libre ni construir una sociedad verdaderamente democrática y realizar, pues, el socialismo. Los pueblos no anhelan sólo la democracia, sino también una sociedad democrática sin sexismo. Sin la igualdad entre los sexos, cada petición de libertad e igualdad es un sinsentido e ilusoria. Así como los pueblos tienen derecho a la autodeterminación, también las mujeres deberían determinar por sí mismas su propio destino. Es una cuestión que no podemos dejar de lado o dilatar. Al contrario, en la formación de una nueva civilización la libertad de la mujer es fundamental para la realización de la igualdad. Contrariamente a las experiencias del socialismo real o de las luchas de liberación nacional, considero la liberación de la mujer más importante que la liberación de clase o de la nación.

A partir de la experiencia de nuestra lucha, sé que desde el momento en el que el movimiento de liberación de la mujer entra en el terreno de la política debe enfrentarse a oposiciones extremadamente feroces. Sin embargo, si no gana en el ámbito político, no puede obtener ningún resultado duradero. Ganar en el terreno político no significa que la mujer tome el poder. Al contrario. Significa la lucha contra las estructuras estatalistas y jerárquicas, significa la creación de estructuras que no sean orientadas hacia un estado, sino que conduzcan a una sociedad democrática y ecológica, con la libertad de ambos sexos. De esta manera ganará no sólo la mujer, sino también la humanidad entera.

(*) Este artículo de Abdullah Öcalan, líder histórico del PKK preso en la cárcel turca de Imrali, se publica simultáneamente hoy en «Il Manifesto» y GARA.


La conjura contra el pueblo kurdo

Abdullah Öcalan (*)

En su historia la humanidad ha sido muchas veces testigo de conjuras y intrigas. Desde la noche de los tiempos las potencias dominantes han utilizado la conjura como instrumento para la conservación del poder. Se podrían citar numerosos ejemplos, lo mismo en los tiempos de los sumerios que durante el Imperio romano. Éstos son los precedentes históricos de aquellas conjuras de las cuales el pueblo kurdo ha sido, muchas veces, víctima.

Creo que la conjura internacional que el 5 de febrero de 1999 concluyó con mi rapto y deportación a Turquía es unos de estos acontecimientos más importantes dentro de la tradición de intrigas de las potencias dominantes. Mi odisea a través de Europa comenzó el 9 de octubre de 1998, con la deportación de Siria. Aquello me condujo a Atenas, a Rusia y a Italia. Desde allí fui obligado a regresar a Rusia y después nuevamente a Grecia. Todo terminó con mi rapto en Kenia. Hablo de una conjura internacional ya que todo el proceso, en el cual tomó parte una coalición de potencias de cuatro continentes, además de intrigas políticas y intereses económicos, contenía también una compleja mezcla de traición, violencia y engaño.

Aunque desde entonces hayan pasado once años, creo que esta conjura internacional contra el pueblo kurdo, que se dio a través de mi persona, puede tener interés todavía hoy. Comprender las causas y las consecuencias puede contribuir a aclarar la situación política actual. No hay dudas sobre el objetivo primario de uno de los actores principales, EEUU: la eliminación de nuestro movimiento de liberación. Los Estados Unidos, con su proyecto de Gran Oriente Medio, quieren encender la llama del nacionalismo y crear nuevos pequeños estados nacionales para mantener el control de Oriente Medio durante las décadas venideras. Un proyecto de este tipo, naturalmente, no deja ningún espacio a los movimientos de liberación. Existe, por lo tanto, una relación directa entre ese proyecto de Gran Oriente Medio y mi extradición a Turquía. Los acontecimientos que han sucedido a partir de 2003 confirman mi afirmación. El hecho de que nosotros representemos una tercera y verdadera alternativa respecto a un equilibrio fundado exclusivamente en la elección entre potencias dominantes internacionales y fuerzas reaccionarias regionales nos ha situado como diana de los ataques ideológicos y políticos.

Además de este objetivo principal, la conjura internacional tenía otros dos objetivos. Por una parte, con mi muerte o reacción a la extradición, se esperaba una «etnicización» del conflicto, es decir, una guerra entre turcos y kurdos. El escenario al que hoy asistimos en Irak estaba entonces planificado para Turquía. El debilitamiento de Turquía a todos los niveles -sea político o económico- la hubiera atado completamente a EEUU. Mi actitud meditada y mi apuesta para una solución pacifica hicieron fracasar sus planes. Se pudo evitar la «iraquizacion» de Turquía. He luchado con todas mis fuerzas para una solución pacífica. Y eso lo hice de motu proprio y con el convencimiento de que sería en el interés de los pueblos. Siempre he mantenido, además, una actitud independiente y pacífica. Es por ese mismo motivo que hemos sido su gran problema irresuelto. El movimiento de liberación kurdo había siempre entendido su propia batalla, que ya tiene más de veinte años, como defensa del sentimiento de hermandad entre turcos y kurdos y entre todos los pueblos de Oriente Medio. Siempre ha tenido como fin una unión democrática. Siempre hemos tenido confianza en nuestras fuerzas y sobre nuestra libre voluntad. Siempre hemos hecho todo lo posible para preservar nuestra soberanía. Por ese motivo, a pesar de la situación extremamente crítica, he seguido con nuestra línea política, elaborada a partir de 1993, y encaminada hacia una solución democrática y pacífica. Eso de acuerdo con nuestra linea y como respuesta a la conjura. Si la conjura, pues, no ha alcanzado plenamente su fin, se debe en gran medida a nuestra estrategia por la paz y la solución democrática.

Por otra parte, esta conjura política tenía también una vertiente económica. Desde el comienzo he subrayado siempre la importancia del gaseoducto llamado Blue Stream, sobre lo cual habría que aclarar que es parte de esa red de intereses económicos. Blue Stream es un gran gaseoducto que transporta el gas ruso por Turquía, pasando bajo el Mar Negro. Recientemente, a través de mi abogados, he tenido conocimiento de un artículo publicado en un diario turco en el cual uno de los funcionarios entonces en servicio afirma que este proyecto, que en un primer momento había sido paralizado por las condiciones de desventaja para Turquía, fue improvisadamente puesto en marcha a petición del Gobierno turco después de mi expulsión de Rusia el 12 de noviembre de 1998. Este hecho habría cambiado el destino del proyecto. El funcionario sigue diciendo que después de mi alejamiento de Italia el grupo italiano ENI entró a formar parte del proyecto. Este ejemplo por sí solo es suficiente para demostrar cómo, en relación a mi persona, se estrechan acuerdos económicos a espaldas del pueblo kurdo. Ciertamente estas turbias relaciones van más allá de lo que hasta hoy se ha podido descubrir.

Los estados europeos afirman repetidamente que representan la democracia y los derechos humanos. Sin embargo me cerraron todas la puertas y no hicieron ninguna verdadera tentativa de jugar un papel constructivo en la solución de la cuestión kurda. Por contra, se plegaron aún más a los intereses de EEUU y de la OTAN y, aceptando de ser parte del teatro de la conjura, asumieron un papel infeliz y dramático. Todo eso demuestra, una vez más, la verdadera cara del sistema europeo.

En este contexto el Gobierno griego jugó un papel papel importante. El hecho que fui en Grecia a raíz de una invitación por parte de algunos amigos y que fuese raptado y llevado a Kenia, en violación del Derecho nacional e internacional, muestra como a ese país le fue asignado el papel más sucio. Aquí se revelaron, de la manera contundente, la mentira, la traición y la hipocresía que son la base del concepto de conjura. Italia, a su vez, tuvo una actitud ligeramente mejor si la comparamos con otros países. Sin embargo también allí fui aislado e hicieron de todo para librarse de mí. Creo que durante mi estancia en Roma, habría tenido un papel decisivo una unidad de la Gladio, contra la cual el Gobierno italiano era impotente. El Gobierno italiano no tuvo confianza ni en sí mismo ni las fuerzas necesarias para tomar una decisión autónoma. Debo todavía subrayar que, respecto al Gobierno griego, todo lo que pasó después de mi llegada fue tratado en el marco del Derecho.

Una vez más quiero reafirmar que haré de todo para contraponer a estas intrigas la paz y la solución democrática. El hecho de que Turquía, como en el pasado, no haya mostrado ninguna reacción a nuestras tentativas de paz sino que más bien persiga una estrategia hacia la eliminación del movimiento de liberación puede ser interpretado como la continuación de la conjura internacional. En referencia a eso, la estrategia de la paz y de la democracia representa una opción importante no sólo para los kurdos sino para todos los pueblos de Oriente Medio.

Los conspiradores de entonces, las fuerzas reaccionarias nacionales e internacionales, mueven los hilos como en el pasado. Pero también las fuerzas que luchan por la democracia y la libertad continuarán su lucha, junto con el pueblo kurdo, e irán en su camino de forma firme y decidida. Las dimensiones de esta conjura han dado muestra de cuán importante es que los oprimidos y los pueblos del mundo opongan a la «ofensiva global» del capitalismo su «democracia global», y que refuercen aún más este plantamiento. Yo pienso así, hoy como entonces.

(*) Este artículo de Abdullah Öcalan, líder histórico del PKK preso en la cárcel turca de Imrali, se publica simultáneamente hoy en varios medios de comunicación, entre ellos GARA e «Il Manifesto».


Es tiempo de hablar de paz

Abdullah Öcalan

Contra el nacionalismo chovinista y fascistoide que lleva a cabo una cultura de linchamiento allí donde viven los kurdos, sigo en mi búsqueda de una solución pacífica y democrática. Desde 1993 hasta hoy he hecho numerosas propuestas y pasos concretos

Saludo con gran respeto a todos los lectores de «Il Manifesto» y a las amigas y amigos de Italia. Mi agradecimiento particular a «Il Manifesto», que me brinda de esta manera la posibilidad de expresar mis opiniones.

Italia tiene para mí un significado particular, no sólo porque en 1998 la búsqueda de una solución democrática de la cuestión kurda me llevó a Roma, sino también por la gran consideración que tengo de la historia italiana y de las luchas de liberación que allí se han desarrollado. En mi libro más reciente, titulado «La democratización de la cultura de Oriente Medio», he dedicado algunas páginas a este tema. Espero que pronto tendré la oportunidad de compartirlo con los lectores. En primera persona, quizás, una comunicación directa no será nunca posible, a raíz de mi aislamiento.

De la conjura internacional que desde Roma me ha llevado a la isla de Imrali quisiera hablar en otra ocasión. No sólo para discutir sobre el significado histórico de este acontecimiento para los kurdos, sino también sobre las estructuras de poder del sistema global y el carácter de las relaciones internacionales. Pienso que eso podría interesar también a la parte progresista de la opinión pública europea. Yo mismo he recibido enseñanzas históricas de la odisea que durante tres meses me llevó a Atenas, Moscú y Roma.

El concepto central que se puede encontrar en mis libros más recientes es el de «espíritu moderno capitalista», que en esta mi aventura he conocido de cerca, junto a sus mil y una máscaras y armaduras. Si no hubiera sido así, no habría llegado nunca a las conclusiones a las que he llegado. Quizás me habría quedado agarrado a un sencillo nacionalismo de tipo estatalista o, al final, habría llegado a ser parte de un movimiento clásico de izquierda, como muchos antes que yo. Como persona orientada hacia la ciencias sociales, no quiero sacar una conclusión definitiva, todavía tengo la convicción de que nunca habría podido llegar a mis análisis actuales.

Sin embargo, querría subrayar una conclusión fundamental. La verdadera fuerza del espíritu moderno capitalista no se encuentra ni en su dinero ni en sus armas. Su verdadera fuerza es representada por la capacidad de sofocar como por arte de magia en su propio liberalismo todas las utopías, incluida la utopía más reciente y fuerte, la del socialismo. Mientras no consigamos entender cómo la humanidad entera puede ser retenida en el vértigo del liberalismo, incluso la más consciente escuela de pensamiento no podrá ser otra cosa que un lacayo del capitalismo, y qué decir de la posibilidad de combatirlo.

Junto al pueblo kurdo, lucho no sólo por nuestra identidad y nuestra existencia. Nuestra batalla está dirigida también contra la ideología dominante del espíritu moderno capitalista, y busca llevar en Mesopotamia, la cuna de la humanidad, una contribución para la creación de una alternativa que nosotros llamamos «espíritu moderno democrático».

En un contexto de paranoia global de terrorismo, las tentativas del Estado turco de marcar nuestra lucha democrática como «terrorista» para nosotros no son otra cosa que el juego de propaganda que ya conocemos desde hace tiempo. La mentalidad del Estado turco de negar hasta hoy al pueblo kurdo los derechos humanos fundamentales está muy cerca de la mentalidad autoritaria y también fascista que en el siglo XX se implantó en Alemania e Italia.

También hoy el Estado turco practica un genocidio político, económico y cultural con los kurdos, frente a lo cual el pueblo kurdo opone una resistencia dura y organizada. Ante el nacionalismo chovinista y fascistoide que mientras tanto lleva a cabo una cultura de linchamiento allí donde viven los kurdos, sigo en mi búsqueda de una solución pacifica y democrática. Desde 1993 hasta hoy he hecho numerosas propuestas y pasos concretos. El alto el fuego unilateral de 1999, el año de la crisis, mantenido a pesar de los diversos ataques, el retiro de la guerrilla del territorio de Turquía y las delegaciones de paz simbólicas desde Europa y desde los montes Kandil son sólo una pequeña parte de las tentativas de paz. El hecho de que también en 2009 las armas callaran unilateralmente y una delegación de guerrilleros llagara a Turquía desde los montes Kandil debe servir como prueba de la continuidad y de la perseverancia de mis tentativas de paz.

No obstante, la actitud del Estado turco no ha cambiado. Nuestros esfuerzos hacia la paz continúan siendo minusvalorados y son considerados como signo de debilidad. Continúan las operaciones militares y los ataques contra la población. Todas las instituciones estatales siguen gritando: «Liquidadlos». La maniobra diversiva más engañosa la está llevando a cabo el actual Gobierno del AKP, que quiere hacer creer a los estados europeos que trabaja para la democratización y la solución del cuestión kurda.

Es el mismo Gobierno que ha hecho leyes gracias a las cuales las prisiones turcas están llenas de niños kurdos y hace poco, en Sirnak, cinco niños han sido condenados a 305 años de cárcel. Gracias a este Gobierno ha sido posible prohibir el Partido para una Sociedad Democrática (DTP). Y es siempre este Gobierno el que humilla a los kurdos, llevándose esposados a los alcaldes kurdos que ellos han elegido, evocando imágenes de deportaciones en campos de concentración. El pueblo kurdo no dejará nunca de luchar por sus derechos fundamentales. Seguirá organizándose para conseguir la dignidad y una vida libre. Ganará la libertad luchando a través de medios democráticos, pero, también, revindicando el derecho a la autodefensa. No tengo la menor duda. A modo de conclusión de este primer artículo escrito a comienzo del año nuevo, deseo al pueblo italiano un feliz 2010. Ojalá este año pueda llevar a la liberación de los pueblos, de las clases y del sexo oprimidos.

(*) En el marco de la colaboración con el diario «Il Manifesto» publicamos el primer artículo del presidente del PKK, Abdullah Öcalan, que fue publicado ayer en el diario de la izquierda italiana.


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